"Raíces que se transforman en cada cosecha"
Una historia de sueños y pasiones
Nuestra historia empieza al llegar a Mendoza Don Francisco Esteller, conocido como ¨Don Quico¨. Don Quico era tonelero de oficio y venía de Valencia, España. En Mendoza, se enamora de la vitivinicultura y encuentra en nuestra tierra las condiciones ideales para su cultivo.
En 1925, Don Quico elabora su propio vino: ¨El inmigrante¨, primer y exitoso resultado de su esfuerzo. Unos años después, en 1938, construye su primer bodega; y en 1942 la segunda. En su afán por lograr los mejores vinos, Don Quico contaba con la ayuda de sus hijos, entre ellos ¨Paco¨. Paco, sucede a su padre al frente del emprendimiento y logra renovar la bodega con su visión joven.
Pero Paco fallece repentinamente, y deja una herencia de bodegas que no pudo ser continuada por sus hijos. Francisco Pannocchia, nieto de Paco y cuarta generación de bodegueros, es quien hereda su pasión por el vino. Francisco se cría entre la viña y la bodega, y luego de sus estudios trabaja varios años en la industria vitivinícola. Finalmente, en el año 2008, decide emprender su propio proyecto. Francisco comienza con la producción y comercialización de vinos propios, siguiendo su propio criterio e intuición. Así retoma el legado, marcando un nuevo surco en la historia familiar.
BODEGA
Vinos de excelencia
Con más de 30 años de historia, nuestra bodega se encuentra en El Peral, Tupungato, y cuenta con una capacidad de producción de 5,5 millones de litros anuales. Equipados con piletas, tanques y barricas de la más alta calidad, cuidamos cada etapa del proceso de elaboración tradicional, preservando la esencia de nuestros vinos.
Todas nuestras uvas provienen del prestigioso Valle de Uco, de zonas productoras de calidad excepcional. Contamos con 200 hectáreas de viñedos en distintas localidades: Anchoris (950 m.s.n.m.), La Arboleda y El Peral (a altitudes de entre 1000 y 1200 m.s.n.m.), Gualtallary (1400 m.s.n.m.) y San Pablo, donde cultivamos a una imponente altitud de 1600 m.s.n.m.
CLIMA
El clima propio de la zona es de días cálidos y soleados y noches muy frescas. La diferencia de temperatura es de entre 5 y hasta 10 grados durante todo el año. Esta diferencia y la mayor amplitud térmica inciden en la calidad de la uva, acentuando más los sabores y colores.
SUELO
Por ser una zona de altura el suelo es más pedregoso, característica que le aporta gran permeabilidad. Esto hace que la tierra no retenga la humedad permitiendo un manejo más controlado del agua durante el ciclo vegetativo de la vid.